sábado, 6 de junio de 2009

-LOS NUEVOS MISTICOS

EXTRAIDO DE LA REVISTA ENIGMAS AÑO XII N° 144 SECCION:
Expedientes Pág.116-119


Muchos hombres y mujeres en la historia han iniciado un camino que conduce a Dios, a su dios, a través del laberinto de la conciencia. Y para ello se han refugiado en si mismos para acceder a lo mas profundo. ¿Es esa la motivación de los místicos de la nueva Era?


San Pacomio, San Jerónimo, san Antonio abad, santa Maria egipciaca, por citar algunos, retomaron una tradición oriental que ha llevado a muchas personas a retirarse de lo mundano para buscar el silencio, la soledad y a veces una vida en común restringida unos pocos momentos. Las bases filosóficas que dieron lugar a ello fueron, principalmente, el taoismo chino, la ascesis hindú y la recopilación doctrinal –y en ciertos aspectos sincrética- que significo la aparición del budismo en su vertiente Mahayana con su aplicación mas llamativa, el Zen, desarrollado en China, Corea y sobre todo en Japón.

Convendría aclarar varios conceptos.

Simplificando, un asceta es quien busca la perfección espiritual negando la atención a algunas necesidades fisiológicas –en especial la alimentación y la reproducción-.

Un cenobita es aquel que lo hace en práctica común con otros que buscan la misma meta.

Un anacoreta es el que deja la vida cenobitica y se retira a un rincón en la montaña, a un desierto o a cualquier otro sitio adecuado para vivir en soledad.

Normalmente –aunque no siempre- aspiran tener experiencias místicas, y su objetivo es llegar a Dios o al perfeccionamiento del espíritu. Algunos practicantes, como los camaldulenses de san Romualdo, se entregan a la vida contemplativa en los que llaman “yermos” –el equivalente a los “desiertos”–.

El camino por el que se difundieron este tipo de prácticas fue coincidente a grandes rasgos con la llamada Ruta de las especias, que hoy conocemos como ruta de la seda. Las prácticas descritas tuvieron enorme éxito en lugares como los desiertos y montañas persas, tierras palestinas y los grandes espacios vacíos de EGIPTO. En las orillas del Mar Muerto se instaló la secta de los esenios, con la que, al parecer, estuvieron relacionados Maria, madre de Jesús, el propio Nazareno y san Juan Bautista, el “iniciador” mediante ritos lustrales con agua. Fueron los autores anónimos de los manuscritos del Mar Muerto, o de Qumram. Por ultimo, en los desiertos del alto nilo, la llamada Tebaida, se desarrollaron los principales movimientos protagonizados por anacoretas.


Castilla mística


La Iglesia trató de que ninguno de estos grupos o individuos emprendieran un camino “incontrolado”, por lo que intentó, con bastante éxito, que se acogieran a toda o parte de la regla de san Benito, persiguiendo y persuadiendo a los reticentes de que debían obediencia a las directrices doctrinales emitidas por Roma. Muchas ordenes medievales nacieron de la iniciativa de uno o varios hombres que fundaron una comunidad tras adaptar su “arrebatos místicos” a los intereses de la Iglesia y sus príncipes.

Sin embargo, llegado el siglo XVI, las fuertes tensiones que generaron la Reforma y la Contrarreforma, exacerbaron los compromisos en contra o a favor de la doctrina oficial. No olvidemos que contra la llamada a la austeridad moral y material de Martín Lucero, roma reacciono aumentando ornamentaciones y exhibiciones de poder. Sofisticaron la liturgia de los ritos hasta convertirlos de dramatizaciones comparables con los antiguos fastos clásicos en pompa y solemnidad –nada parecido a la última cena-. Fueron momentos contradictorios en los que, mientras la inquisición se empleaba con ardor inusitado contra toda disidencia o desvío en los edificios religiosos –en especial romanos-, cardenales y papas acumularon obras de arte y tenían actitudes que ensalzaban cosas que por otro lado perseguían. Se evidencio un abismo entre lo que debería haber sido la esencia de una institución espiritual y la realidad de un estado como otro cualquiera, incluso mas derrochador.

No es de extrañar, pues, que surgieran movimientos incluso dentro de la mas pura ortodoxia católica que buscaran dentro de la mas pura ortodoxia católica que buscaran de nuevo las fuentes evangélicas y que trataran de retomar el mensaje de Jesús a su modo. En este sentido, en la austera Castilla se gesto un campo abonado para el resurgimiento de movimientos místicos puros. Sus máximos representantes fueron Teresa de Cepeda y Ahumada, futura santa de Ávila, y Juan de Yepes, uno de los mas grandes poetas espirituales, conocido como san Juan de la Cruz. Ambos fueron los inspiradores de un regreso a las esencias que tomo cuerpo en sus fundadores, inspiradas en los ideales simbolizados por el Monte Carmelo.

Mientras tantos, en Europa florecían algunos grupos que tenían ideas parecidas aunque desde otras ópticas filosófico-religiosas. Unos de los mas llamativos la familia Charitatis –aunque en su tiempo se significo poco-, a caballo entre un catolicismo heterodoxo y el erasmismo. Con el simpatizo –y probablemente algo mas– Benito Arias Montano, que llego a ser confesor de Felipe II y primer bibliotecario del monasterio de El Escorial, al que aportó multitud de libros prohibidos por la inquisición. Este sabio se retiró frecuentemente a meditar y a orar a la peña de Alajar o de Arias Montano, un complejo de cuevas en Huelva, Sierra de Aracena, donde emulaba a los anacoretas egipcios.


La subida al Monte Carmelo

Y el Cántico espiritual


Estos son los títulos de dos libros que fueron determinantes en la reaparición del misticismo occidental que desde España fue extendiéndose por todo el mundo, sobre todo a través de las misiones.

Conocemos el primero mediante el códice de Alcaudete, conservado en el Archivo Silveriano de Burgos. Su estructura parte del símbolo de la montaña, que sugiere dos cosas: un lugar alto que requiere de esfuerzo para ascender, superando todo tipo de dificultades, y el lugar de poder desde donde Dios se manifiesta a sus criaturas y que a lo largo del tiempo ha estado en diferentes lugares: el Sinaí, el monte Horeb, Moria o el Carmelo para los cristianos, o la montaña sagrada de tai Shan para los taoistas, por ejemplo.

Se trata de una senda angosta por la que Jesucristo impondría a quienes quieren llegar a gozar con el de la visión beatifica del padre: “Y todos los deleites y sabores de la voluntad en todas las cosas del mundo, comparados con los deleites que es Dios, son suma pena, pena tormento y amargura”.

Son ideas que suponen renunciara todo para atender a los anhelos espirituales de las criaturas que cantan a su creador, como reflejo en las poesías del Cántico espiritual: “Sácame de esta muerte, mi Dios, y dame la vida; no me tengas, impedida en este lanzo tan fuerte; mira que peno por verte, y mi mal es tan entero que muero porque no muero”.

Estos textos, unidos a los de santa Teresa en libros como camino de perfección –“Porque hasta

Aquí nos ha enseñado el señor todo el modo de oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oración mental y de quietud y unión, que a ser yo para saberlo decir, se podía hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento…”-, se hicieron populares, e incluso llegaron a quienes compartían este tipo de actitudes desde otras sensibilidades, como los monjes orientales. En Occidentes se había llegado a conceptos parecidos a los tradicionales de Orientes.





El regreso de los románticos


Superado el Siglo de oro, el misticismo, como teoría y como praxis, quedó relegado a reductos mínimos durante el XVIII, mas ocupado en cosas como el desarrollo científico y tecnológico y las antiguas palaciegas. En la primera mitad del XIX tampoco se acordó casi nadie de él. Además cayó en gran desprestigio por la preeminencia de la sociedad civil laica a partir de la revolución Francesa. Es en la segunda mitad cuando el Romanticismo, una vuelta hacia un pasado idealizado y, en ocasiones, exagerado, resucita los movimientos místicos, de una manera peculiar.

De una parte los descubrimientos arqueológicos, y de otra las descripciones de los viajeros que buscaban las fuentes del pensamiento humano y describían usos y costumbres de lugares muy alejados, permitieron contactar de nuevo con el misticismo de Oriente Medio, de la India y otros países del Himalaya. Y de paso recordar los logros occidentales en este campo.

El resultado es que aparecieron movimientos neomísticos, como la Sociedad Teosófica, co-fundada por Helena Petrowna Blavastsky: “Una sociedad para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual”. Perola nueva característica es que ahora se prescinde de interpretaciones doctrinales hechas por las distintas autoridades religiosas a lo largo del tiempo. Se trata de un misticismo civil, que reniega de la mayoría de las prácticas anteriores. En España se implantó durante los “felices veinte” a través de círculos culturales elitistas en los que se gestó el pensamiento de la época a través de personajes como el extremeño Mario Rosso de Luna, por ejemplo.


A estos movimientos se añadieron aportaciones más o menos lucidas, como la del armenio George Ivanovich Gurdjieff, que apostó por el cultivo del espíritu desde una autodisciplina que incluida técnicas como la música o la danza. La I Guerra Mundial y la llegada del comunismo a diversos países, en especial a Rusia, implicaron que este tipo de ideas, quedara en manos de grupos muy delimitados. En especial uno especifico dentro del partido nazi alemán, el grupo Thule, elaboro una interpretación muy sui generis, inventando una mitología mística que mezclaba desde el pasado heroico de los pueblos germánicos –incorporando símbolos celtas y nórdicos- hasta la búsqueda de supuestos tesoros materiales y espirituales, como el anhelado Santo Grial. Aparecieron personalidades fascinantes como Otto Rahn, un místico que dedicó su vida a ello.


La New Age

El gran conflicto mundial supuso un mazazo en todas las estructuras políticas y sociales. Tanto que, en ciertas zonas de influencia, se busco afanosamente el entendimiento para evitar baños de sangre semejantes. Sin embargo aun hubo guerras, como la de Vietnam, que hicieron resurgir movimientos contra el belicismo, que fueron caldo de cultivo para una nueva especie de místicos, los de la autodenominada New Age, una nueva espiritualidad de características bien definidas.

En líneas generales, sus seguidores no pertenecen a ningún movimiento filosófico concreto, y a todos a la vez, puesto que de unos se aprovechan ideas pacifistas, de otras viejas practicas mágicas recicladas y, en general, se hace una nueva lectura de los logros alcanzados en este terreno. Puro sincretismo que mezcla a veces cosas dispares, e incluso contradictorias. El resultado es de un gran ingenuidad y un compromiso de escasa firmeza, pero muy popular.

Con la apuesta por estas sensibilidades de algunos lideres sociales, como por ejemplo los famosos The Beatles, se volvieron los ojos a maestros espirituales hindúes como Maharishi Mahesh Yogui, Vagaban Sri Sathya Sai Baba, Guru Marahji o Swami Devananda. Y aprovechando el tirón, se sumaron a ello brujos, astrólogos, videntes, tarotistas, sanadores y expertos de toda índole. Con discutible rigor y moralidad.

Porque, aunque hay que reconocer que en la New age hay gente seria que honestamente bebe en las fuentes tradicionales, la mayoría se ha inventado una teología basada en elementos estéticos, sin inercia ni fuerza alguna. En muchos casos solo se explotan las ansias trascendentes de pobre gente mediante técnicas que, supuestamente, les proporcionaran beneficios que nunca llegan, o si lo hacen, son atribuibles a mecanismos psicológicos como el efecto placebo. Cuando no surgen es fácil atribuirlo a la falta de evolución del aspirante. Desde luego nada que ver con aquellos que se retiraban y mortificaban su cuerpo hasta la extenuación y, en ocasiones, la muerte.

Muchos centros de la New age, o del neomisticismo ignorante, funcionan como sedes de aglutinamiento sectario. Las gentes acuden en busca de una nueva dimensión trascendente, y no comprenden que es un negocio construido alrededor del líder. En la mayoría de las ocasiones este se define como la reencarnación del mismo Dios, y el único intérprete legitimo de su doctrina. El precio suele ser alto, y se complementa con multitud de pequeños “recuerdos” como discos o camisetas. Algunos están en la India; otros diseminados por el planeta. En Occidente hay muchos que han sido abiertos por un místico poco conocido que en poco tiempo alcanza gran notoriedad… y clientes.

¿Es legítimo?

Estos neomísticos, ¿actúan con la legitimidad de la honestidad, o solo buscan enriquecerse? Es difícil juzgar si son alucinados o estafadores. Hay algo que nos puede servir para elaborar una respuesta: ¿Se obtiene resultados?, La experiencia me dice que pocos de los que acuden obtienen resultados tangibles, y normalmente sustituyen el sentido común por ideas surrealistas que se transforman en creencias enloquecidas. Eso si, siempre hay quien les persuade de que deben insistir mas, hasta alcanzar el grado adecuado para ver la luz –o se les acabe el dinero-.

Nada tienen que ver los neomísticos ni neoeristas con quienes les prececedieron. El único subproducto del movimiento que puede salvarse en parte es la música.

En todo caso, mi consejo es enterarse bien, y tener criterios propios. Porque, en definitiva, la forma de luchar contra el vacío interior, la única religión verdadera, tiene tres pilares: información, libertad y criterio.




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